sales@yourstorename.com

MI PRIMER IRONMAN, GRACIAS TRICEB

VITORIA

Vitoria, para muchos la meca del Triatlón de larga distancia en España, una ciudad espectacular, acogedora, con encanto, gobernada por su majestuosa catedral gótica como punto de referencia de todos los visitantes y especialmente para los valientes que afrontan este gran reto. 

EL PORQUÉ

¿Por qué IM Vitoria? Porque es el lugar ideal para la iniciación en esta distancia de este deporte, nada menos que 226 kilómetros en los que nadas, montas en bicicleta y terminas con la carrera a pie. 

Natación en la zona de Landa, el lago es un auténtico “plato”, al que le sigue un recorrido en bicicleta en el que se dan varias vueltas alrededor del lago con apenas desnivel positivo dentro de un paraje increíble. Para rematar la prueba, la carrera a pie se hace dentro de la ciudad de Vitoria, cuatro vueltas por esta bella ciudad también sin apenas desnivel. Todo ello hace que se junten las condiciones casi perfectas para adentrarse en esta respetada y dura distancia de Triatlón. Sin olvidar el pedazo de ambiente que hay en cada una de las calles de la ciudad.

ORÍGENES

Todo comienza hace ya unos años cuando decides que el futbol no está hecho para ti, pero crees firmemente que el deporte es algo que debe estar dentro de la vida de cada persona. Cada uno a su manera y como pueda, pero que esté dentro de sus rutinas diarias, semanales o anuales, pero que esté. 

Empiezas a correr, a montar en bici, e incluso ir a la piscina a nadar, todo ello de forma totalmente desorganizada y sin sentido, se trata de hacer deporte, intentar mantener a raya esos kilos que te van llamando con más insistencia conforme el contador de la edad aumenta. Consigues en cierto modo sentirte bien contigo mismo.

Tras varios años en los que decides hacer diferentes pruebas de Triatlón, empezando por distancias cortas y terminando, incluso, a aventurarte en la media distancia, lo compaginas con carreras a pie de todas las distancias, incluso con que otra maratón. Todo va, pero sabes que puedes dar más de sí y que lo necesario es estar bien orientado.

Un día de diciembre, en San Sebastian, tras terminar la maratón de Donosti, vuelves a Madrid y pasando por Vitoria te haces la pregunta de porque no hacer un triatlón en su modalidad de IRONMAN (solo el nombre motiva y asusta a la vez), que se celebra allí todos los años. Con la emoción brotando por todos lados al haber terminado esta prueba tan exigente, vuelves a casa directo al ordenador para ver cuando es el IM de Vitoria, nada más y nada menos que en 8 meses (julio 2019). Lo lees todo detenidamente y no solo eso, sino que este año es la franquicia IRONMAN quien la organiza, su primera vez también. Cuando quieres darte cuenta ya estas inscrito y claro, ahora toca entrenar. 

EMPEZAMOS

Tras varias llamadas y consejos todos apuntan a que la persona adecuada para ayudarte (no digo entrenarte) es un tal Andrés. Le llamas y quedas a desayunar. Te confirma todos los pensamientos que tienes e incluso te pone en preaviso de otras tantas cosas tan importantes como el entrenamiento propiamente dicho, ojo con el trabajo, ojo con la familia, ojo con los amigos… Pero tranquilo, se puede hacer, “te ayudaré”.

Si hay algo que agradeces es la sinceridad y transparencia en todo. “Con el equipo de Triatlón de Las Encinas de Boadilla estarás preparado para afrontar la prueba con garantías”. Era necesario contar con la ayuda de sus compañeros de trabajo Antonio y Fertxu (los tres son los profes y jefes del cotarro), requisito imprescindible. Este tipo de pruebas no se hacen en solitario, se necesita gente al lado, gente de calidad.

Conoces a un par de personas del equipo TRICEB con los que has coincidido y te fijas en que, aun teniendo familia, trabajo y demás quehaceres diarios, sí se puede hacer. Currete es un claro ejemplo de ello, y te fijas y aprendes como intentar gestionarlo, se convierte en un referente.

Empiezas a entrenar las tres disciplinas, nadar en el club martes y jueves dirigido por Andres, hacer pista los miércoles con Fertxu, clases de fuerza (se le llama La Clase de La Muerte) los viernes con el yugo Antonio y Fetxu (aunque la música dejaba mucho que desear), salir en grupeta con la bici los fines de semana… (siempre recordaré las primeras series que gracias a súper Belentxu conseguí no tirar la toalla)… NO ME LO CREO, ENTRENO ACOMPAÑADO. 

Sin quererlo ni haciendo nada especial, sientes que te has convertido en miembro de la gran familia TRICEB. No son gente obsesionada con los tiempos, marcas personales, postureo ni chorradas de ese tipo, todos apoyan y tiran del carro cuando estas más bajo de moral o físico. Todos suman y aportan. Solo quieren disfrutar de este deporte, superarse día a día, gente normal, cada uno con su circunstancia personal, pero con un denominador común, disfrutar del deporte. ¡¡¡Esto marcha!!!! 

Todo va, nuevas sensaciones en el cuerpo, queda aún mucho hasta la prueba, pero poco a poco vas quitándote los kilitos que sobran, hay margen todavía. Dejas de ser un “bollito” y empiezas a afinar.

Meses duros, muchas horas de entreno, mucha mucha mucha soledad, no siempre tienes tiempo para coincidir con el resto del equipo y la cabeza juega malas pasadas. Piensas que qué narices estás haciendo, no tiene sentido nada, no te da tiempo a todo, ningún aspecto de la vida funciona, pero cuando estas bajo de moral siempre hay alguien del equipo que te dice justo lo que necesitas, y no se trata de cosas etéreas, sino de abrirte los ojos, y eso hace que te organices y centres. Ese apoyo incondicional que tira de ti y hace que la cabeza resetee para seguir adelante con el objetivo, julio está cerca. Haces pruebas de preparación de media distancia con objetivos muy definidos por los profes, incluso pruebas el trail de montaña, notas que los brazos van a ritmo constante en el agua, ves que “vuelas” con la bici en una prueba y en otra te retiras porque pinchas en dos ocasiones (así es el mundo TRI), la carrera no va como quieres, pero la cabeza está a tope.

Hay días que sueñas con “La Tabla de Andrés”, definición de las rutinas y entrenos semanales que Andrés prepara cada domingo por la tarde. Le quieres, le odias, le ignoras… Después de la prueba te das cuenta que sin ella (la dichosa tabla), sin el seguimiento suyo y el de los profes, no hubiera sido posible.

Importante, además de la cabeza, es que las lesiones respetan. Creo firmemente que sino estas bien guiado, te lesionas con más facilidad. No hay que entrenar por entrenar, ni hacer locuras, ni infinitas horas de entrenamiento. Aprendes a que el mucho o poco tiempo que entrenas tiene que ser de calidad, tan difícil y sencillo a la vez. Dolores y molestias hay desde el primer día, pero convives con ello. Los profes esto lo tienen claro y se agradece que no obliguen a nada, sino que aconsejan, recomiendan, guían y dan ese aliento necesario que ellos mismos en sus carnes han vivido tras muchos años dedicándose a esto.

LLEGÓ EL DIA

Tras un par de semanas “raras” en cuanto a sensaciones físicas y de cabeza llega El Fin de Semana.

¡¡¡¡Preparas la maleta, Madre Mia!!!! ¿llevaré de todo?, bueno llevas la bicicleta, el resto supones que tendrá solución. Mas o menos metes de todo y parece incluso que te vas a vivir a otra ciudad durante años.

Viajas a Vitoria acompañado de un gran deportista y mejor persona, Nachete (ejemplo de vida). Él no es novato ni en esta distancia ni en esta ciudad, ya ha vivido esta experiencia dos años atrás allí en Vitoria. Todo lo que dice es super importante, 5 sentidos puestos en sus palabras. Llegas a Vitoria y huele a IM. Todo es un show y lo único que quieres es que empiece el Rock´n Roll. 

Hay que recoger el material, ponerse la pulsera identificativa y organizarlo todo. Sigues al que sabe, y te lleva a Landa a dejar la bicicleta en la T1. Ves el lago, los pelos como escarpias. Algo importante, desde la orilla observas la hilera de boyas y el recorrido al completo, y eso tranquiliza mucho (aunque las últimas boyas casi no las veas, pero intuyes que están allí). Después vuelta a la T2 en Vitoria para dejar el material de la carrera a pie, esperas que no te falte nada en ninguna bolsa.

No todo era el IM en ese fin de semana, un poco de turisteo por la ciudad, tapitas de tranqui y al hotel a intentar descansar.

EMPIEZA EL SHOW

Has entrenado, te has mentalizado, tienes en la cabeza cuando comer, los recorridos, más menos el ritmo en cada disciplina, tienes el apoyo de los tuyos y todo está preparado. 

Te levantas habiendo dormido poco por los nervios, el desayuno bien, pero la tripa parece un “hula hoop”. Autobús y para Landa. 

Los PRO´s están calentando y llevan un ritmo que “ni dándolo todo” lo consigues, pero bueno, ellos viven por y para esto. No te preocupas, no es “tu guerra”, has venido a disfrutar y conseguir un objetivo, céntrate en eso.

Todo a punto, nervios y salida cada 6 segundos en el cajón que crees que será tu tiempo en el agua, muy conservador ya que al final el tiempo hecho fue menor. No se mira el pulsómetro salvo para ver que no te vas de pulso, no hay que marcarse tiempos fijos, hay que hacer la prueba, punto.

Primer objetivo empezar a nadar sin dudas, has entrenado para ello y lo haces firme. El agua perfecta, cero golpes en la salida y ritmo ritmo ritmo, vas bien, pero la tripa te saluda. En muy poco más de una hora sales del agua y piensas que tampoco era para tanto eso de la natación (se piensa cuando pisas la orilla, durante la hora que estás dándole a la “matraca” te acuerdas de todos, y no de manera cariñosa). A por lo siguiente, fuera neopreno y a por la bicicleta (había preparado bien la bolsa con todo lo necesario), previo saludo de la amiga la tripa, y otra vez ritmo ritmo ritmo. Mucho tiempo encima de la bici, las piernas luchan contra el viento y los repechos cortos pero duros (¡¡¡menos mal que era plana!!!), pero la cabeza, y otra vez la tripa llaman a la puerta. Piensas en todo y en todos, sé que mi familia, amigos y compañeros de equipo están ahí (mi madre se había bajado la aplicación del IM, sin palabras… madre eres la mejor), apoyando y pendientes de mi evolución en la carrera. Ya está, ves la Catedral a lo lejos y vas camino de la T2, son solo 10-15 kilómetros de nada…. Dichosa y querida cabeza, ahora no tiene agobios de nada, parece que se ha olvidado de todo lo pasado en la bicicleta, ahora es turno de queja para las piernas.

Llegas a la T2 (vuelves a acertar en la preparación de la bolsa ya que tienes de todo) y cuando te calzas las zapatillas de correr piensas que sólo te queda una maratón (dichoso Filipedes), pues nada, al lio. Si los profes han dicho que se puede, pues adelante. Saludas de nuevo a tu tripa y empiezas a correr. Pufff… ambientazo, cada vuelta por el casco viejo de Vitoria ves a más y más gente animando (cada vuelta están más alegres, aupa los zuritos!!!), no te conocen de nada, pero valoran tu esfuerzo y eso es sin dudarlo mucho mejor que cualquier gel. 

Primera de cuatro vueltas al circuito de 10 kilómetros y pulsera roja a la buchaca, a la que le siguen la verde y la amarilla. Vas acompañado de una pulsera mágica con los colores TRICEB desde Madrid (la pulsera talismán) y cuando te quieres dar cuenta, el antebrazo luce ahora con más colores. Son ya más de 30 kilómetros cuando te cruzas con Nachete, solo con la mirada y un “Vamooooooos” hacen que sigas adelante, subidón. Última vuelva, llevas 25 kilómetros en el que el cuerpo te ha dicho en cada zancada que das, que pares, pero la cabeza dice que “tururú”, sigues hasta ver a falta de un kilómetro que la pulsera azul está ahí (te quieres comer a besos al Voluntario de la organización que te la da, y qué menos que se lleva un abrazako de los buenos, lo hubiera adoptado para mi). Tienes las 4 pulseras, lo que te da acceso a la línea de llegada y lo único que tienes delante tuyo son 1.000 metros de nada.

¡¡¡¡Vaya último kilómetro!!!! Ahora sí que las piernas no sienten ni padecen, simplemente van, tienen vida propia. La cara es el reflejo del alma, dicen. Vas sonriendo y saludando a todos lo que has visto en cada vuelta animarte, a la vez que lloras como alma en pena y por tu cabeza van pasando imágenes de todos (familia y equipo). Días de entrenos con frío y calor, sufrimiento, risas y la dichosa soledad, pero ya llegas. Haces la contra meta para girar poco más adelante y ya sí que la recta final está bajo tus pies. Tus piernas y tu han llegado ¡¡¡lo has conseguido!!! Tienes la suerte de ser el único participante que va por esa alfombra roja de apenas 30 metros en ese momento (y venga a llorar), entonces es cuando cruzando la línea de llegada oyes esa frase del speaker decir tu nombre seguido de una frase que siempre guardaras en la cabeza.

“TU ERES UN IRONMAN”.

REFLEXIONES

Creencia absoluta en la disciplina y el trabajo, con ello todo llega.  

Rodéate de gente positiva, que sume, que aporte.

Las pruebas deportivas son guindas de un pastel. Aunque te gusten las guindas, una tarta bien hecha, es más importante.

 

¡¡¡¡¡¡Gracias por todo y por tanto TRICEB!!!!!!

P.D. Mamá, papá, lo he conseguido, vuestro hijo es un “hombre de hierro”… Os quiero

 

Comments are closed.